Las ​titiriteras del agua, Proyecto Guanajuato, México

Fragmento adaptado del relato original "Los Martínez, Capitulo I. Volcanes y Estrellas", escrito por Dina L. Cisneros.

Una comitiva de amables mujeres aguardaba mi arribo a la comunidad Los Martínez, en Guanajuato, México. Ramona, con su carácter e incuestionable don de mando, fue la anfitriona esa tarde. En cuestión de minutos, el pasillo que daba a los establos traseros de la casa se transformó en un colorido escenario para su exhibición de títeres.

Las titiriteras de Los Martínez se presentaron una a una, con una mezcla de timidez y optimismo. Carmen, de ojos inquietos y sonrisa franca, servía y consentía a Lupe, su marido, mientras las demás hacían burlas discretas de su desorbitado romanticismo. Carmen, alegre, soñadora, enamorada y agradecida con la vida, se ofreció para ser guía y acompañarme en mi primer recorrido por el pueblo.

Nos fuimos camino al pozo nuevo con las jovencitas que formaban parte del grupo, y por el camino todas ellas, de diferente manera, hablaban del efecto transformador que sentían al hacer parte de ese grupo de titiriteras.

Mientras Estrella, Ilse, Erika y Jazmín repetían sus nombres y edades, entendí el ingenuo escarnio que generó la edad de una de ellas, quien a sus 23 años se encontraba soltera y sin compromiso. La mayoría señaló cómo al terminar la secundaria sus opciones se limitaron, dando paso al trabajo en las cosechas de los plantíos cercanos a su hogar. Apareció en el rostro de Jazmín una sarcástica sonrisa al responder a si le gustaría seguir estudiando: “mi padre jamás me permitiría salir del pueblo, dice que aquí estoy segura”.

Las mujeres de Los Martínez se transforman en contadoras de historias

Un verano, las mujeres recibieron la invitación por parte del proyecto Guanajuato, del Programa Lazos de Agua, para integrar un grupo que trabajaría de la mano con artistas locales. Mientras ellas se involucraban con el arte social y el cuidado del agua, sus niños desarrollarían otras actividades en la escuela del pueblo.

Algunas de ellas no tuvieron reparo en admitir que su motivación para integrar el grupo no fue ni la educación ni la preocupación por el agua. Temerosas de perder beneficios o por el simple hecho de que sus hijos tuviesen un verano diferente, accedieron a participar, aunque estaban escépticas de los resultados.

Sin embargo, lo que inició como un simple entretenimiento fue tomando una forma muy distinta. “Aquí ya no teníamos derecho ni a bailar, ni a jugar. Pero en ese saloncito jugábamos como si fuéramos niñas y en un ratito nos poníamos contentas y aprendíamos cosas nuevas; se nos pasaba rápido el tiempo”, señaló Carmen. Ahora, estas mujeres son las encargadas de contar las historias que van a inspirar a su comunidad.

Orgullosas por su gusto y su sentido de la moda, mostraban los personajes que cada una había creado para la obra de títeres y explicaban por qué habían elegido las telas, los colores y los materiales con los que dieron vida a sus muñecos.

Eva, una joven titiritera, compartió el relato que dio origen a una de las obras del grupo. “Dice mi abuelita que la serpiente de agua* casi arrasó con las casas en la orilla de la comunidad. Llegó como un fuerte tornado, conectando el cielo con la tierra, y casi desbordó la presita. ¿Puede ver aquel huisache? Dicen que su forma de columpio se debe a ese momento, a la fuerza que tomó el agua cuando llegó la serpiente”.

Entre serpientes de agua, pozos vigilados por monstruos y mucha imaginación, el grupo de titiriteras revivió las historias locales, heredándole a las nuevas generaciones las leyendas con las que ellas crecieron, ofreciéndole a sus antepasados respeto y agradecimiento por su sabiduría y sus relatos coloridos.

Las titiriteras de Los Martínez utilizan los recuerdos y las emociones de su niñez en torno a su relación con el agua, para enriquecer a toda la comunidad con su interpretación y sus vivencias y percepciones, esperanzadas con el futuro y honrando al pasado. Con sus historias buscan inspirar, activar y sostener dos comportamientos clave: el de desinfectar de manera adecuada el agua de beber en el hogar utilizando alguno de los siguientes métodos: clorar, hervir, o método mixto, y el de almacenar y manejar adecuadamente el agua de beber en el hogar.

La colaboración de las mujeres con el grupo de arte social, y en general la relación de la comunidad con el proyecto Guanajuato, ha producido una erupción de sensibilidad, ideas y emociones, lo que indiscutiblemente ha añadido valor al simple hecho de transmitir información -de por sí relevante- a través de las obras con títeres.

Los efectos del arte social se hacen evidentes en la motivación que ahora tiene Rosa para atreverse a salir de su rutina; en el aplomo que se percibe en Ramona cuando se sabe colaboradora, incitadora y dirigente de su comunidad; en la voluntad y la confianza que emana de Carmen, quien encontró tras bambalinas un reflector a su carisma: los títeres son más emocionantes porque no me veo, me puedo reír y nadie ve mis dientes, por eso me gusta el teatro de títeres”.

El proyecto que Lazos de Agua desarrolla en esta comunidad ha permitido empoderar a las mujeres titiriteras de Los Martínez, sentimiento que ellas reconocen al saber que son parte activa del proceso de cambio de comportamiento a través del arte social. “Este proyecto -dice una, emocionada- nos ha sacudido el espíritu”. “Ha encendido una chispa -dice otra- que ojalá se propague como fuego en pasto seco”.

Llegó el día, las titiriteras se presentan fuera de su comunidad

Las mujeres fueron invitadas a la feria ExpoAgua 2018, en la ciudad de Guanajuato, lo que les produjo un entusiasmo sin igual. La mayoría de ellas no conocía la capital del Estado e incluso nunca habían traspasado las fronteras de sorgo de su comunidad.

“Por fin nos toman en cuenta; nosotros aquí en el rancho no salimos, ni conocemos Guanajuato, ni nada. Esto es un viaje, es conocer un lugar y personas nuevas, en un tema tan importante como es el agua. Además, veremos si la problemática de otros lugares se parece a la de nuestro pueblo”, señaló Carmen.

Mientras barría su gran patío adornado por frondosos nopales, Carmen señalaba con orgullo los esfuerzos hechos para lograr un techo para sus hijos y la felicidad que la embargó al construir el único baño con el que contaban y que se encontraba a unos pasos de la casa, junto a un rústico contenedor de agua.

“El agua llega cada tercer día, si tenemos suerte, porque a veces nos quedamos secos toda la semana. El ‘valvulero’ nos dice que es complicado el abastecimiento porque nuestra casa está en lo alto. Si no organizamos bien la distribución, este apuro será constante”, dijo sin que se opacara el entusiasmo de su rostro.

Las titiriteras, emocionadas con su invitación a ExpoAgua 2018, ensayaron las tres obras de su repertorio para no dejar nada imprevisto, aunque no supieran cuánto tiempo les darían para su intervención.

Al atardecer, salieron de ese pequeño salón, dando por concluido el ensayo. Las vi eficientes y complacidas mientras guardaban sus títeres en las cajas, planeando su viaje y asumiendo su nuevo papel de comunicadoras. Este entusiasta grupo de mujeres había vencido la timidez que antes las abrumaba y ahora contribuía a enriquecer la vida comunitaria con sus funciones de títeres y sus proyectos.

*Personaje, parte de la cultura local. Fotos: Dina L. Cisneros

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